Cariñín

NUESTROS SENIORS
Dpto. Comunicación SECOT

Es muy posible que ocurriera de otra manera, pero leo una noticia, resaltada como rara, contándonos cómo un octogenario dejó su fortuna, al fallecer, a la joven cajera de un supermercado. El hecho de ser amable y sonreir tuvo esta inesperada recompensa para la joven cajera.

Hace años leí también otra noticia, una persona mayor estaba triste y meditabunda sentada en un banco del parque. Se le acercó un transeúnte y se interesó por su estado emocional. Todo era muy simple, vivía en un pueblecito de Badajoz, allí conocía a todo el pueblo. Al quedar viudo, su hijo lo trajo a Sabadell, allí se encontró solo, su hijo y nuera se iban a trabajar muy pronto, y por no conocer, no conocía ni a los vecinos de aquel edificio de diez pisos. En su pueblo hablaba todos los días con todos, y eso era enriquecedor.

Las dos historias tienen un denominador común: Nos falta comunicación.

Nunca habíamos tenido tantos medios para comunicarnos, y sin embargo, cuán aislados estamos.
No pretendo que ponga en su coche un móvil, ni en su casa internet y todos los medios actuales, sería suficiente intentar una mayor  comunicación con los más cercanos.
Si, empiece con su hijo, con su mujer o su marido hoy mismo, llamándoles por su nombre de pila. Por si no lo sabía, la palabra más importante es nuestro propio nombre, aunque no tengamos uno de novela rosa como Isidoro, y nos hayan puesto el del santo del día.
Y, por favor, mirando a los ojos de frente y sonriendo al mismo tiempo.
Después de esta experiencia, continúe con los compañeros de trabajo, con sus vecinos… y cuando suba al autobús, sonría al conductor.

En un reciente cursillo de relaciones humanas, el experto nos comentó que al mismo tiempo que aplicábamos todas las técnicas del cursillo, fracasaríamos si no poníamos el ingrediente más importante al que llamó CARIÑIN.

Cariñín es saludar con amabilidad, sonreir, escuchar, ayudar… pero con naturalidad y que se note que sale de dentro. No se puede fingir porque se nota.

Estas fórmulas las vengo practicando desde hace mucho tiempo, aunque cuesta mucho, nadie me ha dejado su fortuna al morir, pero os puedo asegurar que enriquece más que un saco de diamantes.