Al rescate de la actividad
La pandemia ha provocado un tremendo desajuste de los parámetros de la economía global generando una corriente destructiva de la actividad económica interna de cada país que se ha visto acelerada por el deterioro de la interacción comercial entre los mismos, precisamente cuando las economías mundiales estaban recuperando la senda del crecimiento, coyuntura que presentaba un perfil más destacado en España cuando, a final de 2019, el PIB crecía a tasas del 2%.
Los últimos datos conocidos en nuestro país, relativos al segundo trimestre del año, confirman el tremendo menoscabo de la pujanza de la expansión económica determinando que esa variable reflejara un retroceso del 17.8%.
Además, la coyuntura actual de las finanzas públicas, impide ser el motor suficiente para prestar todo el apoyo necesario para cubrir los enormes desembolsos que requiere el rescate de la actividad económica, por lo que la apelación a los fondos europeos se constituye en la fuente esencial de recursos más próxima cuya obtención dependerá de los programas específicos a los que serán destinados. Sin embargo, todo hace indicar que, en esta ocasión, las entidades financieras desean ser parte de la solución para tratar de paliar la falta de liquidez de muchas empresas. A tal fin, les han permitido, al menos hasta ahora, obtener hasta 100.000 millones de euros, entre avales y líneas créditos y préstamos con el Aval de ICO, lo que hace suponer que se pueda traducir en una mayor expansión de la financiación a la economía real, es decir, empresas y familias.
Estos datos, por tanto, parecen aportar una dosis de optimismo que se materializaría preferentemente en el próximo año 2021.
En cualquier caso, siendo conscientes de nuestra realidad, lo que está meridianamente claro es que España debe hacer un esfuerzo ingente para tratar de reconstruir el sistema productivo nacional, analizando profundamente su composición, el 98% de las empresas son pymes, lo que exige una estrategia de concentración para apoyar la industrialización de nuestra economía, hacer más productivo el cambio y la adaptación tecnológica, aprovechar más intensamente nuestro potencial técnico, teniendo en cuenta que el aumento de la productividad en el sector industrial incrementa la competitividad, el nivel de inversión y la capacidad exportadora de nuestra economía aportando mayor crecimiento y equilibrio y aumentando claramente las expectativas de creación de empleo.
Por otro lado, y es deseo unánime de cuantos pertenecemos a Secot, debemos apoyar de forma más decidida a los sectores más damnificados que representan un papel decisivo en la composición del PIB, readaptar las fuentes productivas invirtiendo más en I D I, y animar y premiar el emprendimiento y la educación como fuentes inspiradoras que contribuya a hacer más contundente la pujanza de nuestra economía.
Extracto del artículo publicado en EL DIARIO DE JAÉN
escrito por Ignacio Villar Molina, Senior de la Delegación de SECOT en Jaén. Acceder aquí al artículo completo