Despoblación
Los políticos solo se acuerdan de la despoblación cuando truena, como el resto de los mortales de Santa Bárbara. El trueno lo provocan ahora las próximas elecciones por la disputa del voto rural y la reciente manifestación en Madrid de personas e instituciones de la España vacía. La cosa viene de lejos y los demógrafos nos hemos vaciado denunciando la progresiva desertización de una buena parte de la España interior. Pese a ello, solo en 2017 ,con motivo de la VI Conferencia de Presidentes Autonómicos, se encomendaría a un Comisionado ( en realidad, dos comisionadas hasta ahora) un Plan para enfrentar la complicada situación de la población española que incluye entre sus componentes la baja natalidad ,la regulación de las migraciones ,el fuerte envejecimiento y, por supuesto, la despoblación.
El Consejo de Ministros del pasado 29 de Marzo aprobó la “Estrategia Nacional frente al reto demográfico “que lleva el sello de la última comisionada Isaura Leal. Es un documento de directrices generales que incorpora hasta 80 medidas a presentar a la próxima Conferencia de Presidentes. El Plan ordena hechos bien conocidos, propone siete grandes objetivos transversales indiscutibles y varias líneas de acción para afrontar el vaciamiento del campo, el desequilibrio de la pirámide y los flujos de población flotante. No hay nada especialmente novedoso, pero tampoco nada inconveniente. Ahora bien, como en tantos otros planes llenos de buenas intenciones, no me ha parecido ver en este una memoria económica sin la cual las propuestas se quedarían en meras declaraciones de principio. Desacelerar la despoblación, mejorar la natalidad o combatir las consecuencias del envejecimiento no son tareas sencillas debido al estado actual que han alcanzado esas variables. Y será prácticamente imposible actuar significativamente sobre ellas, si además de buenas ideas, no existe la financiación suficiente para costear las acciones. Como decía el viejo Giulio Andreotti: lo importante en política es pasar de la literatura a las matemáticas. En cuestiones de población ya no necesitamos más literatura, ya nos sabemos la letra de memoria. Ahora precisamos que las necesidades no solo estén en sus oraciones, sino también en sus presupuestos.