Endurecimiento monetario: ¿pausa o flexibilización?

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Dpto. Comunicación SECOT

Las políticas monetarias aplicadas hasta ahora por  la mayoría de los bancos centrales del mundo para evitar que el progresivo remonte de la inflación intensifique sus ya negativas secuelas,  están focalizadas especialmente en la tendencia alcista de los tipos de interés. Sin embargo los resultados obtenidos hasta ahora no  logran reconducir el canal alcista inflacionario para situarlos en los niveles deseados, a pesar de los tímidos resultados conseguidos hasta el momento, sino  que la virulencia del remedio, es decir,  los reiterados incrementos  de los tipos, están ya evidenciando claros indicios   de ralentización de la actividad económica y, a su vez,   recrudeciendo las dificultades para la capacidad adquisitiva de los salarios, especialmente en  aquellos hogares que deben hacer frente al pago de su hipoteca y para aquellas empresas que mantienen financiación bancaria.  

No resulta nada extraño, por tanto, que la especulación sobre el final de este endurecimiento monetario concite la atención general.   A estas alturas, efectuar pronósticos no sólo es arriesgado sino un tanto aleatorio. No existen indicios claros y suficientes que puedan permitir a la autoridad monetaria formular   claramente sus próximas  decisiones   respecto al fin de las continuadas  subidas aplicadas hasta el momento. En este contexto, y a falta de esas referencias ciertas,    es natural que la autoridad bancaria  de cada  área de su competencia  adecue  las políticas monetarias a  la evolución de  las variables económicas más determinantes: inflación y evolución de la actividad económica. Así, las últimas medidas  que han aplicado  algunas de estas instituciones del  mundo  incluso son  controvertidas. Así lo  confirman los  opuestos movimientos  efectuados por Canadá, que ha subido sus tipos en 25 puntos básicos  (0,25%) en Julio siguiendo  su pugna por reducir la inflación;  o el  Banco Popular  de China,  que los ha bajado un  0,15%  en  Agosto,   para frenar la caída del consumo y la debilidad de su economía. En esa misma controversia se enmarcan las  manifestaciones de algunos miembros del comité de política monetaria, tanto  de la Reserva Federal como del BCE,  que  muestran su preocupación por el riesgo  que las sucesivas y abruptas  subidas sean excesivas y estén ya provocando un enfriamiento de la actividad económica  en algunos países.  Sin embargo, ambas entidades,  a falta de un criterio rotundo, en sus últimos informes han advertido que, a pesar de las continuas  subidas contabilizadas hasta ahora, no descartan,  tras la pausa veraniega,  nuevos retoques adicionales en los próximos meses.  

Por otra parte, en el caso de la Eurozona,   las diferencias de los niveles de inflación de un país a otro provocan distorsiones concretas  que se transmiten a los cambios reales de la moneda,  de ahí que los tipos de interés  no ejerzan la misma función en todos los países  a la hora de contener el nivel de precios. Así,  aunque un euro vale lo  mismo en Madrid que en cualquier otra ciudad  de la  Eurozona no tiene la misma capacidad de compra en cada país  al estar supeditado al coste de la vida y al nivel de los ingresos salariales.  

En este mismo sentido,  esa  disparidad de los niveles de inflación de cada estado miembro puede también generar efectos  indeseados para su actividad  económica. Tal es el caso  de Alemania, cuya tasa de inflación en Julio ha sido del 6.2 %,  provocando  una merma  de su PIB,   (Producto Interior Bruto), en los dos primeros trimestres con respecto al año anterior;  y, por el contrario,    España han logrado reducir claramente sus niveles inflacionarios contabilizando tasas positivas de crecimiento del PIB en este mismo periodo.
Por otro lado,  la generalización  de las  subidas de tipos está provocando que los países que están consiguiendo frenar  su tasa  inflacionaria, facilitando la  moderación   del incremento de los salarios  en consonancia con  su nivel de inflación, estén sufriendo una presión financiera contraproducente en relación al incremento de los mismos, lo que resulta gravoso  para los hogares y empresas, que deben soportar un encarecimiento de sus compromisos de pago  debido a la política  monetaria común.
 La falta de una unión económica completa y real impide que en ciclos, y sus consiguientes  desequilibrios,  como las actuales, puedan aplicarse    políticas monetarias convergentes aspecto que resulta imposible en esta coyuntura.  
En este contexto, la incertidumbre sobre la evolución futura de los tipos de interés preocupa con especial significación a hogares y empresas en su doble  vertiente de financiación y en  la   de la retribución de sus ahorros. Si nos referimos al coste de su  endeudamiento, especialmente para las familias, las  9 subidas que se han producido, junto a los altos niveles inflacionarios, les han supuesto, hasta ahora,  una ostensible merma de su capacidad de consumo y,  en muchos casos, serios aprietos para atender  el pago de sus hipotecas o de otras formas de financiación conocidas, que según los últimos datos ya absorben el 33% de sus ingresos netos mensuales.   No obstante,  existe un cierto consenso en  los mercados financieros de  que el fin de los incrementos está muy cercano, aspecto que no deja de ser una estimación  y que  debe ser confirmado por la evolución de las variables concretas antes señaladas. Por el momento todo hace pensar que el Euribor, principal referencia utilizada para fijar el tipo de las hipotecas, parece haber tocado techo ya que, no sólo ha evitado los efectos de la última subida de tipos  sino que ha    fijado  un tipo medio provisional  del 4,073 % en Agosto, menos 0.076% con respecto a Julio.  Sin embargo, en mi opinión,  no  es ya  tanto la incertidumbre de las próximas subidas lo que puede inquietar a los hogares con  hipoteca, sino cuando  se puede producir una flexión sostenida  en  los lesivos niveles de los tipos actuales.  En este aspecto algunas fuentes consideran  que esa caída podría darse a partir del segundo semestre de 2024  lo que, en cualquier  caso, quedará supeditada a la evolución tanto del objetivo de la  inflación y del crecimiento del PIB.   
No es menor la inquietud que  impacienta  a  los ahorradores  ya que si, en algunas quinielas se fija el fin de este año como principio de que los seis  bancos españoles que cotizan en bolsa, que acaparan el 76.2 % de cuota de los  depósitos de los hogares,  vuelvan a  primar   a sus  depositantes, todo parece indicar que esa esperanza no será factible por el momento.  Así los  bancos españoles han perdido hasta Junio de 2023 34.000 MM de depósitos,  rebaja que según ellos, obedece al pago total o parcial anticipado de las  hipotecas de sus clientes con excedentes suficientes,  al desvío a letras del tesoro,  fondos monetarios o de otro tipo,  o al mayor gasto de la época estival,   trasvases que, en cualquier caso,  no modifican  su posición de liquidez confiriéndoles la posibilidad de seguir su vigente tendencia  comercial  evitándoles   entrar en estrategias directas de captación  de pasivo que vendrían a deshacer su cómoda estructura actual  de incrementar sus márgenes por intereses, especialmente cuando los últimos datos publicados relativos a la morosidad del crédito  sitúan este índice en el 3.5%, la cifra más baja desde 2008, quizás como resultado del alto grado de renegociaciones de las condiciones de los préstamos hipotecarios que sólo en el mes de Junio último afectaron a préstamos por importe de  2.192 millones, datos que les permiten no sólo incrementar provisiones sino reducirlas.