La epidemia silenciosa del Siglo XXI: Soledad no deseada

Dpto. Comunicación SECOT

La soledad no deseada, o mejor denominada como "soledades no deseadas", dado que cada individuo experimenta este sentimiento negativo de manera única y personal, constituye una realidad cada vez más extendida en la sociedad contemporánea.

Contrariamente a la creencia común, la soledad no deseada no se limita al colectivo de personas mayores, sino que afecta también significativamente a los jóvenes. Este fenómeno, aunque más palpable en individuos mayores de 65 años, no excluye a una población heterogénea con diversas experiencias y vivencias.

La soledad, al ser una vivencia silenciosa, rara vez se expresa abiertamente debido a los sentimientos de culpa y vergüenza asociados. Esta realidad invisible dificulta su detección por parte de familiares, vecinos y amigos.

Es innegable que la soledad, en sus diversas formas, tiene consecuencias directas en la salud y el bienestar. Los mayores de 65 años pueden ser más vulnerables, pero esta vulnerabilidad varía considerablemente en una franja de población tan diversa.

En los últimos años, la soledad se ha convertido en una preocupación destacada en la agenda política y social de varios países europeos, incluido el nuestro. La concienciación ciudadana sobre este tema ha crecido, convirtiéndose en una preocupación social que afecta al bienestar personal. Se insta a que las políticas estatales y locales se centren en su prevención.

¿Qué es la Soledad No Deseada?

La Soledad No Deseada se puede describir de varias maneras: es una experiencia subjetiva individual, un sentimiento negativo de vacío existencial, una carencia involuntaria de compañía y una discrepancia cognitiva entre las relaciones deseadas y las reales. Vivimos la soledad de manera silenciosa, y su manifestación puede variar según la percepción personal y las circunstancias.

La soledad puede surgir en cualquier etapa del ciclo vital, siendo una sensación subjetiva derivada de la valoración que hacemos del momento en el que vivimos. Puede ser autoimpuesta, impuesta por circunstancias externas o tener raíces psicopatológicas.

Tipos de Soledad

Existen diversos tipos de soledad, como la contextual, transitoria, crónica, autoimpuesta, impuesta, psicopatológica, social, emocional y existencial. Estos tipos pueden solaparse, y cada uno se vive de manera única, afectando al individuo de distintas maneras.

Factores Vinculados a la Soledad

La soledad, ya sea puntual, recurrente o duradera, está asociada a diversos factores sociales, psicológicos y físico-biológicos. Cambios demográficos, urbanización, transformaciones familiares y sociales, así como condiciones de salud y factores psicológicos, pueden influir en su aparición y persistencia.

Prevalencia de la Soledad

Según el Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada, el 13,4% de la población mayor de 15 años experimenta este problema, con mayores prevalencias en mujeres y un aumento significativo a partir de los 75 años. En España, 2,4 millones de personas mayores de 65 años viven solas, siendo el 70% mujeres.

Causas o Factores de Riesgo para la Soledad

Variables sociodemográficas, de salud y autonomía personal, psicológicas y de personalidad, interacción y participación son factores que contribuyen a la soledad. El género, la edad, el estado civil y la salud percibida son variables relevantes.

Consecuencias de la Soledad

La soledad no deseada tiene consecuencias graves para la salud, siendo el primer factor de riesgo. Asociada a un peor estado de salud, se vincula a una mayor mortalidad y aumenta la propensión a diversas enfermedades y comportamientos perjudiciales.

¿Cómo Actuar Ante la Soledad?

La intervención frente a la soledad severa debe ser individualizada, coordinada con entidades públicas y organizaciones del tercer sector. Se sugieren actividades que fomenten habilidades sociales, la inteligencia emocional, la participación en actividades de voluntariado y el ejercicio físico al aire libre como medidas para combatirla.

En conclusión, la soledad no deseada no solo afecta al bienestar personal, sino que también condiciona la salud y la calidad de vida, siendo imperativo abordarla desde una perspectiva multidisciplinaria y colaborativa.

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