Manuel Gómez de Pablos
In Memoriam
Hace poco que nos falta, ahora nos vamos a apretar en torno a Lucila y a sus hijos, en torno a su recuerdo, los muchos amigos que tenía Manuel Gómez de Pablos. Hombre de bien.
No se me ocurre mejor manera de empezar estas líneas apresuradas, desde la emoción, la admiración y el cariño, que las que precisamente hace veinticinco años empleó Manolo para
despedir a un amigo.
Muchos hemos tenido el privilegio de conocer y disfrutar de la personalidad de Manuel Gómez de Pablos. Mi primer recuerdo suyo data de 1970. Su personalidad, noble y recia -como su apretón de manos- tuvo muchas facetas distintas. Todas francas, sencillas y de grato recuerdo; como él. Manuel fue un ingeniero de obra, que trabajó pegado al terreno, en España y en América. Pero también contribuyó mucho al desarrollo de las obras hidráulicas en España.
La pertinaz sequía, lo fue menos gracias a sus obras.
Muchos recordarán su presidencia en Iberduero, su valor y decisión en momentos muy difíciles. Supo llevarla hasta la fusión con Hidrola. Fue un hombre de acción y de decisión. Supo escuchar y gobernar. No es tan común. Pero luego, dejando el barco en buen puerto, tras sortear todas las tormentas, supo dar un paso atrás y apoyar a los que le siguieron al mando del timón.
Recuerdo a Manolo y pienso en "el Peine del Viento", las esculturas de Chillida en los acantilados de Ondarreta. Tal vez no es casualidad que precisamente sea San Sebastián el lugar que le vio nacer.
Las esculturas -y Manolo- son de hierro anclado en hormigón. Nobles y recias. Duras y sólidas. Elegantes. Pacientes. Siempre están y estarán dando la cara al viento recio. A todos los vientos. Los embates del mar no las moverán. Su superficie se puede oxidar, pero el interior permanece inalterable ante las agresiones. Resiste la mar y la amansa. Filtra el viento, venga del Cantábrico o de los valles de su Guipúzcoa natal. A todos recibe, escucha y alienta.
Las esculturas no hablan pero dicen. No se mueven pero hacen que los demás se inspiren. Marcan el horizonte sirviendo de referencia a todos. Iluminan lo que le rodea, como hizo con el Palacio Real cuando presidió Patrimonio.
Decenas de fundaciones, asociaciones y entidades sin ánimo de lucro disfrutaron de su presencia o presidencia. En muchas le conocí, pero para recordarle pensaré -o mejor- iré a ver el Cantábrico junto al Peine del Viento. Junto a él.