¿Quién es el emprendedor?
Tanto el Gobierno Central como los Autonómicos y Municipales hablan de manera reiterada del “emprendedor”, o de la horrible y malsonante palabra, gramaticalmente hablando, del “emprendimiento”. Y yo me pregunto: ¿quién es el emprendedor?
Para unos es la persona que, sin nada, o poco más que una idea, pretende llevar a cabo la misma careciendo, en la mayoría de los casos, de los medios necesarios suficientes para poder financiarla. Para otros los emprendedores podemos ser nosotros mismos, es decir, los miembros de SECOT, los Seniors.
Yo me inclino por esta segunda acepción. Y ello es así porque nosotros, muchos de nosotros, no fuimos empresarios en el término estricto de su concepto. Simplemente fuimos trabajadores por cuenta ajena de una empresa o de la Administración Pública. Y cuando terminamos nuestra vida profesional, “emprendimos” otra nueva vida. Esta nueva vida fue un “emprendimiento” consistente en realizar una labor diferente a la que hasta entonces realizábamos, intentando traspasar a los demás nuestros ricos o pobres conocimientos. Y con ese traspaso realizamos una nueva labor: un auténtico “emprendimiento” consistente en aprender a encauzar nuevas ideas empresariales de alguien que quiere hacer de una idea en desarrollo un modo real de vivir. Y quizás en muchos casos lo consiga, y nosotros, los nuevos “emprendedores”, podemos y debemos encauzarle en su desarrollo, tratando de conseguir con él el objetivo final.
Por las Administraciones Central, Autonómica o Local en pocos casos se hace labor de apoyo. Los convenios de colaboración en esta materia, con honrosas excepciones, brillan por su ausencia. Las distintas Administraciones deberían implicarse más en el apoyo al emprendedor, sobre todo al joven emprendedor, futuro de un esperanzador mañana para nuestro país. Deberíamos presionar a las Administraciones para que instauren líneas de ayuda, y que la famosa Ley de Emprendedores sea una realidad y se contemplen en ella las líneas de ayuda necesaria para el desarrollo y financiación de las buenas ideas. Y así nosotros, los miembros de SECOT podríamos gritar a todo el mundo que nuestra labor no fue, ni es, ni será inútil. Seguiremos sintiéndonos válidos y aprovechables.